viernes, 26 de febrero de 2010

B&L




La oscuridad de la noche asomaba por la ventana de la Sala Común invitando a Lucius Malfoy a entrar y encontrarse con su amiga y compañera Bellatrix Black.

Los jóvenes cruzaron sus miradas por un instante y sonrieron. Las palabras sobraban, palabras mudas que no salían de sus labios para ser oídas, sino que lo hacían de sus miradas, que se concentraban en captar cada uno de los pensamientos, de los posibles comentarios del otro sin necesidad de tener que decirlos en voz alta. Así era como se comunicaban los amigos en aquel momento. Dolor, aquella era la palabra que más se repetía, sin apenas ser pronunciada una primera vez. Quizá era una sonrisa la que estaba asomando en sus labios en aquel momento.

Sí, Bellatrix sonrió, parecía que el joven Malfoy era el único capaz de robarle una sonrisa a aquella Slytherin.
Las manos del joven se posaron sobre los brazos de ella logrando que se levantara del sillón en el que estaba sentada, Bellatrix dudó entre romper aquella conexión entre ellos ya que se había convertido en una caricia, o dejarle, dejar que aquel momento continuara hasta quien sabe cuando, dejar que esa caricia significara algo más que una simple tomada de manos, que significara mucho más, palabras, sonrisas, felicidad, sí, esa que la joven Black mantenía escondida en su interior, porque no era que le faltara felicidad, esa no era la razón por la cual su rostro se tornó serio, sino que temía sacar aquella felicidad a la luz y correr el riesgo de que se esfumara al ser libre, que escapase de ella como un pájaro se escapa de su jaula esperando volar libre. Aquel era el mayor temor de la joven, poder demostrarle a su mejor amigo sus sentimientos, temía poder dejarse llevar por sus sentimientos y abandonarse a sus brazos dejando salir toda la felicidad que tenía dentro suyo para contagiarlo también a él. Pero la única cura que tenía aquel temor, la única forma de dejar de tener miedo, era, para Bella, estar con su amigo, era pasar el tiempo con él y sobre todo, era abandonarse a sus caricias.

Bellatrix Black sabía que siempre había sido una persona complicada, no esperaba que la gente la comprendiera, pues ni ella misma lo lograba. No podía entender como podía estar tan a favor del futuro al cual su hermana estaba predestinada, no había nada mejor que le pudiera pasar a Narcissa que casarse con Lucius Malfoy. Con su mejor amigo, con su mano derecha, con el hombre a quien amaba.
Porque, sí, Bellatrix amaba a Lucius, aquella era la peor de sus contradicciones. Lo amaba, pero también amaba a su hermana, a Cissy, y sabía que Malfoy era lo mejor para ella.

Sus miradas se encontraron, anhelando volver a verse por siempre; sus manos se entrelazaron como dos piezas de un puzzle deseando no separarse nunca; sus corazones se escucharon gritar la necesidad que tenían de oír los latidos de su compañero.
¿Y sus labios?

Sus labios, por fin, se juntaron logrando que una explosión de sentimientos aflorara en el interior de los jóvenes, sentimientos compartidos, sentimientos que ninguno sabía cual era de quien, no lo sabían, porque los compartían, todos y cada uno de ellos. Sentimientos totalmente ajenos al joven ahora emanaban de su piel.
Y sentimientos de los cuales ella no era dueña lograban que se erizara por completo.

Sus rostros se separaron unos centímetros, a duras penas, dando paso a las respiraciones entrecortadas.
Las palabras volvían a sobrar entre ellos en aquel momento, aquel momento tan intimo para los dos, pero que irónicamente sucedía allí, en la Sala Común, en un lugar donde cualquiera podía escucharles, cualquiera podía presenciar aquella escena, cualquier persona podría verla y disfrutar de lo que sus ojos veían. Claro que podían apreciar todo aquello, pero nadie podría sentirlo como ellos, nunca podrían saber qué era lo que pasaba en sus mentes en aquel momento o lo que su corazón podía estar gritando. Por su parte Bellatrix podía sentir todo aquello pero no se daba cuenta, no lograba tener consciencia de lo que estaba ocurriendo porque su pecho estaba saturado de sentimientos, y a la vez vacío de cualquier resto de corazón que pudiera quedar allí dentro, porque Lucius se lo había guardado con él, entero, con todo su amor, su cariño y a la vez con todas sus tristezas y odios, Lucius se lo había quedado, claro que lo había hecho. Y ahora tenía el poder de hacer con él lo que quisiera.

-Lucius...- el susurro de la voz de Bella pronunciando el nombre de quien en un momento había dejado de ser solo su mejor amigo para convertirse en algo más que eso. Luego, una caricia en la mejilla de la chica.

-Esto...esto no está bien.- sus rostros se separaron un poco más para poder mirarse a los ojos.
-No deberíamos hacer esto.- Bellatrix frunció el ceño intentando volver a donde estaban unos minutos antes y poder evitar lo que había pasado, pues aquello no era correcto, ella, no era la joven Black que estaba destinada a estar con Lucius Malfoy, no lo era, y ella lo sabía y también sabía que eso no le molestaba, que ella no anhelaba que el destino de su hermana fuera el suyo.


Pero ella no podía, no podía volver el tiempo atrás y volver a dejar todo como estaba antes, pero porque no quería hacerlo
Quería quedarse entre los brazos de su amigo, con la cabeza en sus hombros, hasta que el cansancio hiciera que los dos se separasen, quería descansar entre sus brazos, entre sus caricias, pues el joven Malfoy se había convertido en algo de lo que Bellatrix necesitaba, ella necesitaba quedarse a su lado porque solo allí podía asegurarse de que continuaba siendo una persona humana, alguien capaz de poder sentir algo profundo por alguien. Solo a su lado podía sentirse bien, podía sentir que aún tenía un corazón, pues solo con él podía sentirlo. Junto a Lucius se sentía débil y frágil, pero porque sabía que él podía protegerla, sabía que podía confiar en él su seguridad sabía que él estaba dispuesto a defenderla y eso le bastaba para estar bien. No necesitaba más, no necesitaba menos. Solo lo necesitaba a él y no iba a cambiar lo sucedido solo porque estuviera teóricamente mal, porque después de todo ella seguía siendo Bellatrix Black, y no estaba dispuesta a que nada ni nadie la sacara de su momento de paz.

Fue entonces cuando se abandonó a los brazos del joven, cuando desistió de su lucha interna y dejó que Lucius la atrapara, le permitió cuidarla y hacerse cargo de ella. Y cuando eso sucedió, el tiempo se congeló, se paró, como también paró el temor, el temor que se encontraba en el pecho de la joven Black, el temor a que su felicidad se escapara, porque Lucius se había encargado de atraparla entre sus brazos y estaba decidido a no dejarla ir. Nunca.

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